lunes, 1 de noviembre de 2010

Basta. Basta de vivir así. ¿Saben cuál es el problema? El problema es la obsesión que tenemos con la felicidad. ¿Por qué no nos dejamos de joder con la felicidad? Todos, absolutamente todos estamos dele que te dele buscando la felicidad ¿Y qué es lo único que encontramos? Amargura. ¿Por qué? Porque esa felicidad que tan obsesionados estamos buscando es lo que nos está torturando en verdad. Vivimos amargados buscando ese algo que nos falta, ese algo que no tenemos, ese algo que de tenerlo nos haría más felices. Vivimos en las mismísimas puertas del cielos; siempre ahí a punto de entrar, a punto de llegar, a punto de conseguir esos cinco que faltan para el peso. Siempre ahí apunto de… golpeando las puertas del cielo, tratando de recuperar ese paraíso perdido, queriendo siempre llegar a la felicidad. Vivimos en las puertas del paraíso y créanme, que si cruzamos esa puerta todo se termina. Porque esa felicidad, supuesta, ese cielo, ese paraíso, es que nada falte ¿pero qué pasa? Siempre falta algo. Y está muy bien que sea así, porque eso que nos falta es lo que nos mantiene vivos. La felicidad no es tenerlo todo, la felicidad son esos momentos lindos, fugaces, esos chubasquitos de éxtasis que ocurren muy de cuando en cuando, mientras uno sigue buscando ese algo que falta. Si vivimos siempre amargados buscando eso que nos falta, vamos a estar siempre ante las puertas del cielo, siempre mirando la fiesta desde afuera. A todos los que estén leyendo esto, golpeando las puertas del cielo, les comento que la fiesta está en otro lado. La amargura de buscar la felicidad y no encontrarla, de estar en las puertas del paraíso y no poder entrar..esa amargura nos hace perder de la fiesta, de la fiesta de estar vivos. Deja de pensar tanto en la felicidad y el paraíso, mejor sumate a la fiesta que está buena. Sumate.

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