viernes, 3 de diciembre de 2010

No quiero llorar, no quiero que nada me toque, que nada me mueva, que nada me saque de esta anestesia. Y así vivo los días yendo a una iglesia sin sentir nada, con ganas de decirle a mis viejos que no estaba sintiendo esa presencia que antes me colmaba. Tengo ganas de salir corriendo, pero como dice la canción : también tengo miedo de llorar la primera lágrima, por temor a no poder parar después. Lo único que puedo hacer es escribir.

No hay comentarios: